07/09/2020

Green Recovery, la recuperación económica es verde

Ante la crisis generada por el COVID-19, están surgiendo numerosas voces desde todos los ámbitos que proponen aprovechar este momento como una oportunidad para impulsar la transición hacia un nuevo modelo socioeconómico que sea climáticamente sostenible e inclusivo. En el artículo, un compilado de Planes y Declaraciones de actores clave a nivel mundial.

La salida de la crisis económica debería promover un cambio de paradigma

Se han multiplicado a nivel global los llamados gubernamentales, de empresarios, inversionistas, y administradores de fondos, para avanzar en planes de recuperación a partir de una nueva economía inclusiva, resiliente y baja en carbono.

Los primeros mensajes desde el sector privado surgieron de redes y organizaciones como la Iniciativa Science Based Targets, el Pacto Global de la ONU y la coalición We Mean Business. Estas tres redes reunieron a más de 150 empresas que firmaron una Declaración para exhortar a los gobiernos a alinear la recuperación socioeconómica con la ciencia climática.

“We Mean Business ha pedido que se analice el estímulo económico a más largo plazo a través del prisma del clima y la resiliencia para garantizar que el gasto público y las políticas aceleren la transición hacia una economía cero en carbono. El acento debe ponerse en las medidas que contribuyen a reducir las emisiones, garantizar un aire limpio y proporcionar empleos de calidad, así como salvaguardar el crecimiento económico”, indicó María Mendiluce, CEO interina de We Mean Business coalition.

Lo interesante de esta propuesta fue la interpelación a la acción no sólo a gobiernos sino también al sector privado. Las recomendaciones proponen que aquellas empresas que reciban ayuda financiera pública debido a la crisis actual deban estar obligadas a realizar al menos tres acciones: evaluación de los riesgos climáticos en sus inversiones y estrategia corporativa; alineación al Grupo de Trabajo  sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con el Clima (TCFD) de la Junta de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés); e invertir en soluciones bajas en carbono.

Sin embargo, el mensaje con mayor potencia llegó el 25 de mayo desde el Foro Económico Mundial a través de un comunicado en la Plataforma de Acción sobre COVID-19, donde Robert Metzke, Gerente global de Sustentabilidad de Philips, jugó el rol de vocero del Foro e instó a los gobiernos y empresas a diseñar una recuperación post-pandemia con perfil sostenible.

Este mensaje venía acompañado de la presentación del Informe del Foro Económico Mundial: Fostering Effective Energy Transition 2020 (Promoción de una transición energética efectiva) que anticipaba el riesgo de retroceder en los últimos avances obtenidos en la transición hacia energías limpias debido al impacto de la pandemia COVID-19.

“Existe el riesgo de que a medida que la crisis inmediata disminuya y sus consecuencias económicas se aclaren, dejemos de lado las aspiraciones a más largo plazo en busca de soluciones fáciles a corto plazo. El clima, así como la economía circular, puede ser menos prioritario al centrarnos en reiniciar la economía rápidamente. Sin embargo, ésta puede ser nuestra única oportunidad de "reconstruir" y trabajar en una economía que cuide a las personas y al planeta. Con tantas herramientas disponibles para avanzar en el cambio climático, lo que necesitamos ante todo es liderazgo y voluntad política para aplicarlos”, indicó Metzke.

A esta declaración, le siguieron las palabras del Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, quien propuso seis medidas climáticas que orienten una recuperación “verde” tras la crisis del Covid-19. Entre estas medidas se propone que los gobiernos deberían usar su poder fiscal para impulsar un cambio de la economía "de gris a verde", utilizando fondos públicos para invertir en el futuro, fluyendo hacia sectores y proyectos sostenibles que ayuden al medio ambiente y al clima, promoviendo la creación de empleos verdes, un crecimiento sostenible, dando lugar a una transición ecológica justa, que no solo servirá para hacer frente a la crisis ambiental, sino también a las crisis sociales y sanitarias.

Por otra parte, Larry Fink, presidente y fundador de BlackRock, gestora que administra casi siete trillones de dólares, incluyó en su carta de principios de mayo, una relación directa entre la crisis sanitaria y económica y una crisis de paradigma. Además, anticipó que las empresas e inversores con un fuerte sentido de propósito y un enfoque a largo plazo son las que podrán navegar mejor esta crisis y sus consecuencias.

“El brote no solo ha presionado a los mercados financieros y el crecimiento a corto plazo: ha provocado una reevaluación de muchos supuestos sobre la economía global, como nuestra obsesión por las cadenas de suministro justo a tiempo o nuestra dependencia de los viajes aéreos internacionales”, destacó Fink.

Este mensaje fue reiterado en junio con datos del nuevo informe que revela que los fondos con perfil sostenible no sólo sortearon con éxito la liquidación que se produjo en los mercados durante el primer trimestre del año, sino que además captaron nuevas inversiones. 

A su turno, los CEO de más de 330 empresas solicitaron a los legisladores de los Estados Unidos incluir soluciones climáticas de largo plazo en los planes de recuperación económica de este país, pese al negacionismo de su presidente. Se trata del mayor llamado a la acción de la comunidad empresarial al Congreso de los Estados Unidos sobre la crisis climática.

“La acción climática no sólo sigue siendo crítica durante la próxima década, sino que las inversiones en infraestructura resiliente al clima y la transición hacia un futuro con menos carbono pueden impulsar la creación de empleo a corto plazo y aumentar la resiliencia económica y ambiental. Y con tasas de interés cercanas a cero en el futuro previsible, no hay mejor momento que el presente para tales inversiones", señalan Dickon Pinner, Matt Rogers y Hamid Samandari, Senior Partners, McKinsey.

Finalmente, cabe destacar la Declaración del Fondo Monetario Internacional a través de su directora, Kristalina Georgieva, tras una conversación ministerial del G-20 en marzo sobre la emergencia del coronavirus.

“Los costos humanos de la pandemia del coronavirus ya son inmensurables y es preciso que todos los países trabajen en colaboración para proteger a la gente y limitar el daño económico. Este es el momento de actuar con solidaridad, un tema central en la reunión que mantuvieron hoy los ministros de Hacienda y gobernadores de bancos centrales del G-20”.

Finalmente, el Grupo de expertos técnicos de la Unión Europea sobre finanzas sostenibles, también se manifestó en una Declaración que interpela a una recuperación sostenible a través de tres herramientas que pueden guiar los planes del gobierno y del sector privado: la Taxonomía Sostenible, el Estándar de Bonos Verdes y el Benchmark sobre alineación al Acuerdo de París y Transición Climática.

 

Reino Unido el más presionado

Reino Unido dirigirá las negociaciones climáticas ante la COP26 postergada hasta noviembre de 2021. Por ello la presión por una recuperación verde y por un liderazgo del Reino Unido ha provenido de varios flancos. La organización Greenpeace Reino Unido presentó en junio su manifiesto sobre recuperación sostenible que propone una gama de nuevas iniciativas de inversión y medidas políticas como respuesta al impacto de la pandemia de Covid-19. Por dar un ejemplo, prioriza el rediseño del transporte público, la infraestructura y edificios sostenibles, el sistema energético limpio, y la economía circular.

Por otra parte, el Comité de Adaptación de Cambio Climático, creado en 2008 por el Parlamento del Reino Unido,  envió una carta al primer ministro Boris Johnson para priorizar planes de estímulo en sectores que generen empleo, infraestructuras resilientes al clima y bajas en CO2, y asegurarse de que no se emplean recursos públicos en sectores que impliquen quedar comprometidos a emisiones de CO2 (carbón, petróleo o gas).

Frente a esta presión, el gobierno del Reino Unido ha pedido a las autoridades locales que presenten, con urgencia hasta el 18 de junio, ideas en infraestructura que podrían ayudar a impulsar la economía afectada por el bloqueo del coronavirus.

 

Las demandas desde América Latina

Sin lugar a dudas, el principal reto de los que van a tomar decisiones será priorizar a qué sectores se va a apoyar y cómo distribuir los menguantes recursos con los que se contará para la hora de la salida.

Energías renovables, movilidad eléctrica, economía circular, construcción sostenible, gestión eficiente de agua, agricultura regenerativa, protección de biodiversidad y turismo sostenible, Esos son los sectores que pide priorizar la Declaración de compromiso por una recuperación sostenible del COVID-19 presentada el 11 de junio por UNPRI y un grupo de 22 organizaciones gremiales e iniciativas regionales y globales con presencia en Latinoamérica.

También a nivel regional, se presentó la declaración “Principios para un futuro sostenible de América Latina en tiempos de pandemia y crisis planetaria”, a la que han adherido más de 150 personalidades, entre los que se encuentran los expresidentes Ricardo Lagos, de Chile, y Felipe Calderón, de México, y que incluye a exministros de Medio Ambiente, miembros del sector privado, del académico y de la sociedad civil.

Por otra parte, en Chile, se presentó la Iniciativa Reactivación Sostenible impulsada y firmada por cerca de 600 instituciones y más de 500 personas, con el objetivo de establecer como principios centrales de la recuperación económica la construcción de una sociedad más justa, sostenible, inclusiva y resiliente.

Asimismo, la declaración presentada el 3 de junio por Chile, Australia, Canadá, Nueva Zelandia, la República de Corea y Singapur hace un llamado a dar una respuesta global coordinada a la pandemia Covid-19 y propone identificar acciones concretas para facilitar una recuperación económica inclusiva y sostenible. Sin embargo, se focaliza en la facilitación del flujo de bienes y personas.

 

Se vislumbran las primeras propuestas de recuperación

La Comisión Europea presentó el 27 de mayo su propuesta de plan exhaustivo de recuperación. Para garantizar que esa recuperación es sostenible, uniforme, inclusiva y justa para todos los Estados miembros, la Comisión propone crear un nuevo instrumento de recuperación, Next Generation EU, integrado en un presupuesto a largo plazo de la UE. Además, la Comisión ha revelado su programa de trabajo de 2020 ajustado, en el que se dará prioridad a las medidas necesarias para relanzar la recuperación y la resiliencia de Europa.

El plan de recuperación convierte el enorme desafío al que nos enfrentamos en una oportunidad, no solo mediante su apoyo a la recuperación sino también invirtiendo en nuestro futuro: el Pacto Verde Europeo y la digitalización darán impulso al empleo y el crecimiento, a la resiliencia de nuestras sociedades y a la salud de nuestro medio ambiente. Este es el momento de Europa. Nuestra voluntad de actuar debe estar a la altura de los retos a los que todos estamos haciendo frente. Con Next Generation EU, les damos una respuesta ambiciosa”, indicó Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.

 

El Fondo de Recuperación de Alemania

Alemania y su Fondo de Recuperación al Covid-19, con un presupuesto de 130 mil millones de euros ($ 145 mil millones de dólares), pone el foco en industrias y tecnologías amigables con el clima. Cerca de un 30% de este fondo se destinará a sectores de energías renovables y transporte limpio.

El acuerdo también es notable por lo que omite. A diferencia de las consecuencias de la crisis financiera, cuando el poderoso sector automotriz recibió ayuda financiera en forma de incentivos de compra, esta vez no se asignó dinero a los vehículos con motor de combustión. En cambio, los compradores de automóviles que funcionan con baterías se beneficiarán de mayores subsidios, destacando el cambio de prioridades en el corazón del automóvil en Europa.

 

El Nuevo Acuerdo Verde del gobierno de Corea del Sur

Propuesto por primera vez por el partido gobernante del presidente Moon Jae-in antes de las elecciones parlamentarias de abril, el Green New Deal estableció objetivos ambiciosos de emisiones netas cero para 2050, el fin del financiamiento de las plantas de carbón en el extranjero y la introducción de un impuesto al carbono.

Para un país altamente dependiente en carbón (40% de su matriz energética) es una gran promesa de descarbonización, sin embargo se cuestiona que los problemas económicos que se ven exacerbados por la crisis de COVID-19, la administración de Moon ha continuado subsidiando y rescatando a compañías como Doosan Heavy, que construye centrales eléctricas en Corea del Sur y en el extranjero.

 

Pocos estímulos "verdes"

En abril pasado el Índice de estímulo verde de Vivid Economic llamaba la atención acerca de los planes de recuperación emitidos hasta el 24 de abril, por ser mayoritariamente “marrones”, es decir dirigidos a economías tradicionales dependientes de combustibles fósiles. Por ejemplo, el plan de EE.UU. es el que menos estímulo monetario (en términos absolutos) dirige hacia sectores “verdes” o sostenibles. Italia, Alemania, España y Francia tendrían planes más “neutrales”.

El momento de que Latinoamérica adopte una acción decisiva y colectiva es ahora. La presión no puede ser más evidente, desde todos los sectores se alzan las voces para planes de recuperación que prioricen la sostenibilidad social y ambiental. En este punto de inflexión resta esperar para ver cómo se reorientan los flujos de capital hacia el desarrollo sostenible. Las decisiones y las acciones que se tomen este año bien podrían definir la naturaleza de las vidas que los latinoamericanos llevarán en las próximas décadas.

“Los programas de estímulo mal diseñados no sólo son ineficaces, sino que pueden ser peligrosos. Políticas erradas pueden aumentar la desigualdad, sembrar la inestabilidad y debilitar el apoyo político a los gobiernos justo cuando se lo necesita para evitar que la economía caiga en una recesión prolongada. Felizmente hay alternativas, pero todavía no es seguro que los gobiernos las adopten”, concluyó Stiglitz en un artículo publicado esta semana.